Tomo Hosoi, Joseph Kim, Dennis Stainken y Felipe Caro
Durante los últimos quince años la industria de la música ha hecho una rápida transformación a través de los avances de la tecnología digital y el Internet. A fines de siglo, Napster dio a los consumidores una herramienta P2P para intercambiar archivos digitales comprimidos. Unos años más tarde, Apple creó el servicio iTunes Music Store para complementar al exitoso reproductor de música iPod y llevar las descargas digitales a las masas. Más recientemente, Spotify y otros servicios de radio digital por streaming han ofrecido nuevas formas de escuchar música. A través de este rápido cambio en el comportamiento del consumidor, los medios físicos perdieron su lugar a manos de su contraparte digital en la industria de la música estadounidense.
Los ingresos de las ventas de discos de vinilo en los EE.UU. alcanzó un máximo de $3.5B en 1977, mientras que los CD contribuyeron más a los ingresos de toda la industria, con un pico de $14.5B o 91% de los ingresos anuales en 1999. Después de este pico hubo una disminución notable debido a la piratería digital. El total de los ingresos disponibles se ha reducido en más del 60% a partir de ese momento. Ahora la industria de la música de Estados Unidos informó que contó con sólo $6.97B ingresos en 2014. El ingreso digital compone el 64% de este total, con el 37% en descargas digitales y el 27% en transmisión digital.
Los sellos discográficos desempeñaron un papel dominante en la industria de la grabación durante la era pre-digital. Agregaron un gran valor a toda la cadena de suministro, más significativamente en proveer a los artistas acceso a equipos de grabación, branding y marketing, apoyo operativo para la fabricación del formato físico (vinilo, 8-tracks, casete, CD, etc.) y el acceso a canales de distribución y venta. La percepción común de la industria era que los artistas exitosos surgían a través de los contratos discográficos. Los sellos discográficos pudieron recibir aproximadamente el 30% de los ingresos de CDs, lo cual es más alto que cualquier otro en la cadena de suministro.
Hoy en día, este modelo de negocio tradicional ha sido cuestionado por la revolución digital. Los artistas (e incluso los artistas independientes) ahora pueden producir fácilmente grabaciones digitales en las computadoras personales y auto-promoverse a una audiencia global a través de canales digitales como Facebook y Youtube. Las tiendas físicas de CDs se han vuelto prácticamente inexistentes en la última década, como vimos cuando Tower Records se declaró en quiebra en 2004. Esta desintermediación ha desplazado el valor de los sellos discográficos y los fabricantes físicos hacia los consumidores, artistas independientes y nuevos proveedores de tecnología.
Con el reducido ingreso de la industria, hay un escrutinio aún mayor sobre cómo éste se reparte entre las partes existentes. Curiosamente, los sellos discográficos aún reclaman la parte más grande con más del 50% del ingreso, a pesar de su rol cambiante en la cadena de suministro. Algunas de las razones de este fenómeno podrían ser los contratos existentes con los artistas y el modelo de negocio de basado en licencias que implican que el sello discográfico es el titular de los derechos de reproducción de la grabación. Gran parte de esta desalineación puede atribuirse al problema de asimetría de información en toda la industria en cuanto el uso y el reporte de regalías (royalties). Por ejemplo, es posible que un artista o un sello discográfico no puedan tener acceso directo a las tasas reales de escucha del servicio de streaming de música digital. Kobalt Music Group es una compañía que intenta resolver este problema de asimetría de información que se presenta en la cadena de suministro. Kobalt ofrece a los artistas, compositores y editores la transparencia de la administración de derechos de autor y el seguimiento del uso a través de su portal patentado y también les ayuda con servicios integrales y la publicación de sus obras.
Dado que los sitio de música digital y servicios de streaming tienen como objetivo aumentar su participación de mercado y diferenciarse unos de otros, se espera que haya más desintermediación. Hemos visto esta evolución en el streaming de video digital; como Netflix, un servicio de video por Internet a pedido, comenzó a distribuir contenidos exclusivos (por ejemplo, House of Cards) en 2013. Apple lanzó recientemente su nuevo servicio de streaming de música a pedido, Apple Music. Se especula que Apple con el tiempo se movería hacia la distribución de contenido original a través del establecimiento de un nuevo sello discográfico con contratos exclusivos con los principales artistas. Sin embargo, algunos expertos de la industria argumentan que si la tienda iTunes no causó que Apple hiciera esta movida con las descargas de música, no hay razón para esperar que suceda ahora con el streaming digital.
A medida que la cadena de suministro de la música evoluciona, no está claro cómo los sellos discográficos pueden responder a la desintermediación creada por la revolución digital. Parece poco probable que los sellos discográficos tradicionales puedan recuperar la relevancia que disfrutaron en la era pre-digital y puedan permanecer fuertes sin encontrar nuevas formas de agregar valor a la cadena de suministro. Por otro lado, los nuevos integrantes de canal deben demostrar que tienen lo que se necesita para crear un artista superestrella, como los sellos discográficos hicieron alguna vez, en lugar de simplemente proporcionar distribución.
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