Christopher S. Tang
Todo es posible en China. Para construir una nueva metrópolis en las afueras de Lanzhou, una de las mayores empresas constructoras de China gastará $4,000 millones USD para “mover” 700 montañas, nivelándolas para empezar a construir en 2012. Además de mover montañas, ¡China también está moviendo ríos!
En diciembre de 2014, China desveló sin demasiada publicidad uno de sus proyectos de trasvase de aguas entre el sur y el norte el país (南水北调工程): un canal/túnel de 1,500 millas que transporta agua desde el centro de China hasta Beijing. El objetivo de este proyecto es conectar el río Yangtsé (en el sur) con el río Amarillo (en el norte) a través de túneles y canales. De esta forma, el desértico norte puede utilizar el agua proveniente del húmedo sur (Figura). A la fecha de esta publicación en enero de 2015, China ha gastado más de $79,000 millones USD, por lo que este proyecto es uno de los proyectos de ingeniería más caros del mundo.
Este proyecto es imponente, pero es probable que el resultado sea catastrófico por tres razones:
- El suministro de agua en el sur está contaminado. Desde 1978, la mentalidad de China de “crecer primero, limpiar el agua después” ha estimulado un crecimiento económico exponencial, contaminando el 60% del agua subterránea.[1] Específicamente, el agua del sur (río Yangtsé) está tan contaminada que se tienen que construir más de 400 plantas de tratamiento de aguas residuales. Por consiguiente, cuando esta agua contaminada llega a Beijing, es posible que no sea potable.
- El suministro de agua en el sur está declinando. Debido al cambio climático y a la mayor demanda del sur, es posible que el sur ya no disponga de suficiente agua extra. Por ejemplo, hubo una sequía de 5 meses en la provincia de Hubei (sur) en 2011 e incluso el agua del depósito de Danjiangkou (Figura) cayó hasta el nivel de “agua muerta”, volviéndose inutilizable.
- El agua es demasiado barata. Los consumidores residenciales en Beijing pagan 4 yuanes (0.66 USD) por metro cúbico de agua en el 2011, cifra muy inferior a la de otros países en vías de desarrollo como México. Beijing introdujo en 2014 un nuevo sistema que hace que el agua del grifo sea más cara de usar, pero los precios siguen estando muy por debajo de los niveles de mercado. Además, los habitantes de las ciudades y los agricultores suelen extraer agua subterránea por la que no pagan, a pesar de que los niveles de agua subterránea son cada vez más bajos.[2]
Cuando el suministro total de agua no sea suficiente para satisfacer la demanda, el Proyecto de trasvase de aguas entre el sur y el norte no es una solución a largo plazo. El gobierno debe enfrontarse al problema real: un uso ineficaz del agua. La industria china usa diez veces más agua por unidad de producción que la media en los países industrializados, según un informe del Banco Mundial en 2009.[3] Aunque será una medida poco popular, el gobierno chino debería subir el precio para el uso industrial de manera que las fábricas tengan un incentivo para reducir su consumo de agua y desarrollar sistemas de reciclado del agua. Además, el gobierno chino debería proporcionar un incentivo a los agricultores para que usen sistemas de irrigación para reducir el consumo. Al mismo tiempo, el gobierno chino debería animar a los gobiernos locales a desarrollar plantas de desalinización y a recoger más aguas pluviales localmente.
El grandioso proyecto actual se centra en aumentar el suministro en el norte en un 7% como máximo. Sin embargo, sin un plan concreto para reducir la demanda por medio de un uso eficaz del agua, trasladar agua del sur al norte no resolverá el problema. El proyecto más caro del mundo probablemente generará el resultado más ineficaz. Un proverbio chino lo resume: “Trueno fuerte, pero solo gotas de lluvia diminutas” < 雷聲大,雨點小>.
[1] Kaiman, J. “China says more than half of its groundwater is polluted” (“China dice que más de la mitad de su agua subterránea está contaminada”), The Guardian, 23 de abril de 2014.
[2] The Economist. “A canal too far” (“Un canal en exceso”), 27 de septiembre de 2014.
[3] The Economist. “A canal too far” (“Un canal en exceso”), 27 de septiembre de 2014.
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