Christopher S. Tang
El 27 de febrero de 2014 el Subcomité de la Cámara de Representantes de EE. UU. celebró una audiencia pública para discutir el problema de los medicamentos falsificados y las cadenas de suministro ilegales que lo sustentan. (Para los detalles, ver: http://energycommerce.house.gov/hearing/counterfeit-drugs-fighting-illegal-supply-chains)
Las cadenas de suministro ilegales de producción y venta de medicamentos ilegales y robados están creciendo rápida y lucrativamente a nivel mundial. Para reducir el costo de producción, muchas compañías farmacéuticas de EE. UU. compran principios activos en el exterior y/o producen los fármacos en el extranjero. Según el informe del subcomité de EE. UU., el 40% de los medicamentos vendidos en EE. UU. se fabrican en el extranjero y el 80% de los principios activos se importan del exterior. Sin un registro y trazabilidad cuidadosos, la seguridad de los medicamentos puede ser un grave problema porque muchos de los medicamentos ilegales no tienen los principios activos ni dosificaciones debidos. Por ejemplo, el gobierno de EE. UU., asignó una cifra de 2500 millones USD entre los años 2006 y 2012 para combatir la malaria en África, una enfermedad que causa la muerte de 600 000 personas al año. A pesar de los esfuerzos de Novartis en la distribución de su medicamento contra la malaria (Coartem) sin fines lucrativos, ellos descubrieron que la mayoría de estos medicamentos fueron robados y revendidos después en el mercado negro y que se vendió Coartem falsificado por toda África. En muchos casos, los medicamentos falsificados pueden ser fatales y los robados no ser eficaces por no haberse guardado ni transportado con el adecuado control de temperatura.[1]
Medicinas ilegales y falsificadas de vendedores en un mercado angolano.
¿Cuáles son las causas detrás del rápido crecimiento de las cadenas de suministro de medicamentos ilegales? Hay cuatro causas que facilitan esta situación crítica. En primer lugar, en la medida en que más compañías farmacéuticas compren componentes o importen medicamentos de diferentes países en vías de desarrollo, estos proveedores o fabricantes contratados podrían, a la larga, elaborar medicamentos falsificados. En segundo lugar, las farmacias en línea crean oportunidades doradas para vender medicamentos falsificados sin ser descubiertas fácilmente. En 2013 existían más de 35 000 farmacias en línea cuyo 97% no cumplía las leyes de EE. UU. En tercer lugar, estas farmacias en línea posibilitan a muchos estadounidenses comprar los medicamentos a más bajos precios y sin receta. En el 2013 se informó que 36 millones de estadounidenses (1 de cada 6) compraron medicamentos sin las debidas recetas. En cuarto lugar, en virtud de una antigua ley de EE. UU. dictada en 1938, la pena por vender medicamentos falsificados es sorprendentemente leve: una multa máxima de $10 000 y 3 años de privación de libertad. Con una demanda tan alta, grandes márgenes de ganancias y penas tan leves, ¡no es de extrañar que haya cadenas de suministro de medicamentos ilegales dondequiera!
¿Cómo puede el gobierno de EE. UU. combatir las cadenas de suministro ilegales? Pienso en tres soluciones posibles. Primero, saturar el mercado. Quizá las compañías farmacéuticas pudieran bajar los precios para dificultar a las cadenas de suministro de medicamentos ilegales mantener operaciones lucrativas. Este enfoque demostró su efectividad cuando la venta de CD de música auténtica a precios muchos más bajos en China forzó a los fabricantes de CD falsificados a salir del mercado. Segundo, castigar a los vendedores y compradores de medicamentos ilegales con penas más fuertes. El gobierno de EE. UU. deberá imponer penas más fuertes a quienes compren y vendan medicamentos sin la debida receta para controlar la demanda. Tercero, usar sistemas de registro y trazabilidad en línea/móviles para tomar medidas en contra. Para obligar a la presentación de recetas para la compra y venta de medicamentos, el gobierno de EE. UU. deberá aprovechar las posibilidades de Internet y la iniciativa en marcha de historias clínicas electrónicas con vista a mejorar el registro y trazabilidad. Asimismo, el gobierno de los EE. UU. deberá colaborar con las compañías farmacéuticas para desarrollar medios fáciles (por ejemplo, una aplicación móvil) para que los consumidores acrediten los medicamentos y ayudarlos a denunciar medicamentos falsificados. ¡Al fin y al cabo son los consumidores los que tienen el mejor incentivo para acreditar sus propios medicamentos!
[1] “Tracing Stolen Malaria Drugs,” Faucon, Bariyo y Whalen, Wall Street Journal, 12 de noviembre de 2013.
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