Por Sriram Puthucode y Christopher Tang
Debido a los costos operativos y de mano de obra más altos en China, las firmas occidentales contratan ahora sus productos a Bangladesh, Camboya y Vietnam, etc. Mientras que el costo de mano de obra en estos países del sudeste asiático es más baja que en China, la competencia entre las diferentes fábricas se está haciendo cada vez más feroz. Para competir en costo, muchas de las edificaciones fabriles no cumplen los códigos de construcción (por ejemplo, estructuras constructivas inseguras) ni las normas de seguridad (por ejemplo, no hay alarmas ni sistemas de aspersión contra incendios ni salidas de emergencia). Para asegurar que todos los trabajadores estén en sus puestos, no lleguen tarde ni salgan antes de hora, no es inusual que los propietarios de fábricas cierren la entrada. A pesar de que algunos propietarios se las arreglan para dirigir sus fábricas sin problemas por algún tiempo, el mundo entero se conmocionó al presenciar la muerte de miles de trabajadores fabriles cuando varios edificios de fábricas de Bangladesh colapsaron o se incendiaron en el 2013.
Aunque las firmas occidentales no fueron directamente culpables, muchas marcas internacionales que contrataban sus prendas de vestir a las fábricas afectadas, se sintieron obligadas a encontrar vías para mejorar la seguridad de los puestos de trabajo. No obstante, de acuerdo con un estudio llevado a cabo por Transparency International en el 2012, el índice de corrupción de Bangladesh iguala un valor de 144 (1 = menos corrupto).[1] ¿Qué pueden hacer entonces las marcas internacionales? En junio del 2013 se habían considerado dos planes diferentes y dichos planes pueden describirse como sigue:[2]
- Promover relaciones a largo plazo más cercanas con algunos suministradores, pero sin la participación del gobierno de Bangladesh. Con un compromiso a largo plazo, los propietarios de fábricas de Bangladesh tienen un incentivo para hacer una inversión a largo plazo a fin de asegurar que las condiciones laborales cumplan las normas de seguridad dictadas por sus principales clientes. Además, se necesitan un monitoreo e inspección más cercanos para asegurar el cumplimiento consecuente. En su nota, marcas principales como Zara, H&M, Benneton, Calvin Klein y Tommy Hilfiger, etc., convenían en pagar las renovaciones y no abandonar a los suministradores de Bangladesh que estuvieran de acuerdo en mejorar sus instalaciones.[3]
- Crear un fondo para ayudar a sufragar el costo de las reparaciones y renovaciones de edificios, aunque para esto se necesite la participación del gobierno de Bangladesh. Gap Inc. y Wal-Mart Stores Inc., están entre los comercios minoristas estadounidenses que ultimaron un convenio para crear un fondo de USD 50 millones en cinco años para mejorar las condiciones de seguridad en las fábricas de prendas de vestir de Bangladesh. No obstante, este convenio está condicionado a determinados criterios que debe cumplir el gobierno de Bangladesh para asegurar responsabilidad en las mejoras de seguridad.[4]
¿Serán eficaces estos planes? Eso solo lo podrá decir el tiempo.
Con independencia del plan que adoptarán estas compañías, es un verdadero reto monitorear estas fábricas para asegurar que se cumplan todas las normas de seguridad en todo momento. Sin embargo, pensamos que hay una solución muy simple que puede funcionar.
Sabiendo que los teléfonos móviles son comunes incluso entre los trabajadores fabriles pobres, estas compañías pueden colaborar con varios grupos de derechos laborales con vista a ofrecer a los trabajadores de estas fábricas talleres de capacitación sobre seguridad en el puesto de trabajo y simulacros de incendio. Al mismo tiempo, estas organizaciones no gubernamentales pueden seguir interactuando con los trabajadores por medio de mensajes de texto o “llamadas automáticas grabadas” para recordarles informar anónimamente cualquier incidente que pueda poner en peligro sus vidas llamando o enviando un mensaje de texto a una línea directa. A medida que estos trabajadores comprendan que son sus vidas las que están en juego, se sentirán más animados a presentar quejas anónimas usando sus teléfonos móviles. Al delegar las actividades de monitoreo a los trabajadores, es mucho menos probable que los propietarios de fábricas infrinjan las normas de seguridad. En otras palabras, si hay más gatos los ratones tendrán más cuidado.
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